Así nació el artículo “José Saramago: memoria de un portugués de Lanzarote”

Escribí un artículo sobre José Saramago y Lanzarote. En realidad, era sobre José Saramago, la isla y la escritura, la memoria, el recuerdo, la falta de tiempo para hacer todo lo que se desea o si se puede o no ser feliz. El artículo se publicó en formato multimedia y se puede leer en la web de Viajes National Geographic.

El artículo comienza un 9 de octubre del año de la pandemia, pero comencé a prepararlo mucho antes. El tema se convirtió en una obsesión varios años atrás. Desde entonces, fui leyendo su obra y algo de la abundante bibliografía acerca de su vida y escritura. Hice lo que se debería hacer siempre antes de escribir: acumular horas de lectura, tomar notas sueltas, perderse en líneas de investigación que luego igual no llevan a ningún lugar.

El 9 de octubre fue el primer día del viaje físico. En Lanzarote pude visitar la casa de José Saramago y Pilar del Río a pesar de estar cerrada por la pandemia. Fue todo un privilegio. Hice lo que se debería hacer siempre antes de escribir: viajar al lugar, hablar con todo aquel con quien se pueda hablar, mirar con detalle, capturar los escenarios y el momento en descripciones rápidas, tratar de iniciar un diálogo, el que sea, encontrar una idea o un concepto que saque el artículo del mundo de la abstracción.

El proceso de escritura comenzó tiempo después, ya en casa. Primero tenía que encontrar la forma de escribir el artículo: ya había mucho escrito sobre José Saramago y Lanzarote y algunas cosas que encontré eran realmente buenas. ¿Qué sentido tiene volver a hacer lo mismo una y otra vez? 

Luego, el propio tema me dio la forma que tendría el artículo: si eran los diarios personales de José Saramago la fuente bibliográfica básica de la documentación, a fuerza tenía que escribir el artículo como si fuera un diario. O eso creí. Sólo que la propia estructura interna que pedía la historia se iba a apoyar en escenas temporales que no seguían un orden cronológico: habría saltos temporales porque, en definitiva, así es como funciona la memoria, que va saltando por ahí de recuerdo en recuerdo tratando de dar un sentido a la película que es cada vida. El reto era lograr algo que interesara tanto a quienes conocían bien la obra del Nobel portugués como a los que no tanto. El reto, en definitiva, era el de siempre: no aburrir con lo que se publica.

Durante la escritura me serví de decenas de fichas que iba completando con las vivencias del viaje y con la documentación bibliográfica de apoyo: había desde citas a fechas o esbozos de ideas. Formé una especie de guión que desparramaba siempre sobre la mesa antes de escribir una palabra. Situar físicamente la información ayudó a ordenar el artículo. 

Este proceso fue paralelo a la construcción del guión multimedia y a la selección del material gráfico cedido por Pilar del Río y la Fundación José Saramago de la que es presidenta. Si la memoria era uno de los temas fundamentales del artículo, quería que las imágenes que lo acompañaran parecieran surgir del espacio nebuloso de los recuerdos. Para ello, sirvieron algunos fotogramas del montaje del documental José y Pilar (2010) de Miguel Gonçalves Mendes.

Si finalmente logré todos los objetivos que me fui planteando durante la escritura es algo a lo que yo no puedo dar respuesta: nunca el autor es objetivo, ni con lo que escribe ni con el resultado. Tampoco diré si quedé satisfecho. Eso ni siquiera importa. Lo único que diré es que después, uno se queda como huérfano. Cuando eso sucede, es momento de buscar otro tema. O mejor, otra obsesión. Aunque vuelvas a tardar años en llevarla de nuevo a la escritura.

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