«Hermano de hielo» en la Calders

Alicia Kopf, “Necesito que cada novela sea una forma de vida”

Iba a ser un día helado: por la mañana leí algunos cuentos de La acústica de los iglús de Almudena Sánchez; por la tarde, Alicia Kopf presentaba su Hermano de hielo en la Llibreria Calders. Me estoy preparando para el primer invierno que viviré en Barcelona en casi dos años. Eso es todo, no hay que buscar más coincidencias.

Sin embargo, hacía calor en la sala. Había dos ventiladores testimoniales, mucha gente sentada en las sillas, sentada en los escalones porque no había más sillas, de pie porque no había más escalones. La literatura en Barcelona es para vivir a toda letra, llena librerías como salas de conciertos. En el escenario había una mesita, tres vasos de agua, tres mujeres: Alicia Kopf (por si importa, Imma Ávalos Marquès), a su derecha, Laura Fernández, y a su izquierda, Christina Rosenvinge. Como decorado, una pantalla en la que se repetía, a modo de booktrailer del libro, un bucle infinito de una antigua película alemana intervenida por Alicia Kopf para el proyecto artístico Àrticantartic.

Es de ese proyecto de donde nace Hermano de hielo (Alpha Decay)-Germà de Gel (L’Altra Editorial). En su ficha técnica se destaca:

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Y, además, aparecen reseñas como la de Enrique Vila-Matas, que son premios para el mejor de clase: “En otro país, este libro habría cambiado incluso el curso de su historia. Kopf explora a fondo los últimos sótanos del frío, allá donde todo lo inexplicable cobra sentido.”

No podía ser de otro modo, Enrique Vila-Matas salió mencionado cuando Alicia Kopf reveló su escuela. Y también habló de W.G. Sebald, de la polifonía, del proyecto Nocilla de Fernández Mallo… De Vila-Matas le gusta “cómo explora el yo sin limitarse por ello a los hechos de la biografía.”

-Artista, autista, Ártico (oído afilado el de Christina Rosenvinge) ¿Es más real lo escrito que la vida real?

Resolvió bien la paradoja Alicia Kopf: “En mi libro, claramente está mi familia. Fue violento recibir sus reacciones. Sobre todo en un primer momento, cuando no entendían que eso era ficción.” Ella gana fuerza en el escenario. Su acento es el de un catalán bilingüe (ella misma ha hecho la traducción al castellano para Alpha Decay). Al principio se le ve un poco pequeña, pero coge confianza y va llenando el espacio con lo que cuenta y con cómo lo cuenta. “En mi vida hay también mucho sol, no es verdad que solo haya hielo”. Pero después, explica, el libro, ayudó a descongelar muchos temas de su familia, impactada de lleno por el autismo. En cierta forma, la novela era “una coartada muy complicada y sofisticada y poética para poder hablar de una situación familiar particular». Y aclara, de todos, su hermano autista, a quien dedica la novela, es el menos helado.

¿Entonces por qué tanto hielo?

En el 2011 Alicia Kopf (¿o entonces era solo Imma Ávalos Marquès?) había acabado los estudios. El contexto era de crisis. Precariedad laboral, sentimental, difícil acceso a un hogar… Necesitaba un discurso épico. Y lo encontró en un mundo de hombres, de exploradores como Scott o Amundsen que ambicionaban conquistar un espacio, el polo sur, que es invisible, casi espiritual: Blanco y helado. Y lo volvió femenimo.

Alicia Kopf señala diferentes capas de sentido asociadas a ese espacio blanco. Investigó sobre ello durante dos años, “no me considero una escritora de ficción al uso. Sí tengo mucha curiosidad. Investigo de forma exhaustiva, pero de forma más creativa que un científico y más ensayística que un novelista.”

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Y, atención, porque aquí viene la clave de todo. Laura Fernández le preguntó a Alicia Kopf si creía que su literatura continuaría por el mismo camino de la autoficción. A lo que contestó:

Necesito que cada novela sea una forma de vida. En «Hermano de hielo», tuve que reconocer que mi forma de vida era esa. Estaba en la congelación, económica, emocional, todo… Entonces debía entender eso, habitarlo e ir hasta el fondo del lago congelado a ver que acaba encontrando.

Alicia Kopf emergió del fondo de ese lago congelado de la Antártida con un libro. Si ella se salvó así misma con la escritura, yo creo que podré sobrevivir al próximo invierno en Barcelona. Por si acaso sigo preparándome. Leo mucho.

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