24 de agosto de 1999
Andrés Neuman llega de visita a Buenos Aires desde España y su abuela Blanca le dedica un libro de Simone de Bouvoir muy significativo para ella, La femme rompue. Le desea que la profesión que ha escogido (se entiende que es la de escritor) le dé más alegrías que pesares.
13 julio de 2009
El maestro Michael Jacobs le dedica una edición de bolsillo de Ghost train through the Andes al maestro Javier Reverte. Le dice que espera con mucha ilusión un nuevo encuentro de ambos y le invita a su pueblo adoptivo de Frailes, en la Sierra de Jaén.
Pocas veces se alcanza la intimidad de la dedicatoria de un libro que no es tuyo, que no te lo regalaron a ti, que quien regaló no pensó en ti. Suelo ir los domingos al Mercat de Sant Antoni y en ocasiones me encuentro allí libros dedicados con entusiasmo y siempre pienso lo mismo, cómo llegó la traición, por qué ese libro dedicado especialmente salió de la balda de la estantería que le debería corresponder de su biblioteca. ¿Le ocurrió algo a esa persona? Pienso en una muerte y una familia deshaciéndose de esos libros, imagino una decepción, una ruptura… no se me ocurren muchos más argumentos para deshacerse del regalo que supone un libro dedicado.
Conocí la existencia de estas dos dedicatorias el mismo día de ayer. La primera, felizmente, gracias a que pude colarme en directo, de la mano del cicerone bibliófilo Jorge Carrión, en las bibliotecas de los escritores y escritoras Miriam Reyes, Leila Guerriero, Andrés Neuman, José Ovejero, Cristina Rivera Garza y José María Micó durante el viaje literario #ElUniversoEnUnRincón, una experiencia digital producida por Prodigioso Volcán. La segunda, porque compré el libro por 5 € en la 70ª edición de la Fira del Llibre d’Ocasió, Antic i Modern.
Un día antes, el escritor y periodista Jordi Canal-Soler me etiquetó en un hilo de Twitter en el que informaba de que la biblioteca del piso madrileño de Javier Reverte había sido vendida por su viuda tras, explicaba en varios tuits, tratar de donarla sin éxito. Pude saber por el librero de la Librería García Prieto que la biblioteca del escritor, uno de los grandes de la literatura viajera en España, estaba compuesta por unos 4.500 ejemplares, muy seleccionados y muy bien cuidados, dijo exactamente. La compró toda entera a mediados de julio de este año y la marcó para esta feria: “es una pena -me comentó – pero mira, bueno… al final todo acaba formando parte de otro grueso de otra biblioteca. Hay que ver el lado positivo de las cosas”.
Fui durante el mediodía de ayer a la feria y, tal como había dicho Jordi, encontré sobre la mesa un tesoro bibliográfico de libros de viajes, de novelas, ensayos y poesía que algún día pasaron por las manos del escritor. Ahí estaban sus intereses, sus amigos, sus sueños y desvelos: la intimidad creativa de Javier Reverte. Por supuesto que me llevé varios ejemplares a casa. Luego, por la noche, disfruté del paseo digital de Prodigioso Volcán y me colé en las bibliotecas de otros escritores y escritoras, otros mundos a través de la pantalla del ordenador: de alguna forma, una biblioteca es una reunión de amigos. Ya en la despedida de la velada, Jordi Carrión, mencionó cómo gracias a las bibliotecas podemos llegar a sentir que, en realidad, los muertos siguen muy vivos entre nosotros.
No conozco las circunstancias por las que la biblioteca de Javier Reverte no pudo ser donada a ninguna institución, pero él seguirá muy vivo en sus libros y en su biblioteca, que ahora muta disgregándose, formando a su vez otras bibliotecas, recuperando la esencia nómada del que un día fue su propietario. Su biblioteca también ha reunido a una serie de amigos: gracias al aviso de Jordi Canal-Soler muchos en Barcelona hemos ido a comprar sus libros, mientras que otros fuera de la ciudad han querido averiguar cómo podían hacerlo. Algún día, quién sabe, tal vez podamos volver a reunirlos todos, ¡ese sí sería un gran viaje!