Empezaba el día leyendo un artículo de Manuel Rivas en El País Semanal en el que citaba algunos datos del CIS, como que más del 36% de los españoles declaran que no leen nunca un libro, y que el 42 % de los que no leen es porque no les interesa. En el artículo, el escritor cuenta la anécdota que le relató una amiga librera: Una mujer entreabrió la puerta de la librería, asomó la cabeza y en su rostro se dibujó un gesto de estupor, tal vez incluso de temor, antes de balbucear una disculpa y salir huyendo. La mujer entró en la librería por equivocación y salió de ella como se sale del infierno, o de una reunión de antiguos alumnos de la EGB.
Pero hoy, cuando ya había salido la Superluna y su brillo daba un aire más irreal de lo acostumbrado a Barcelona, en la inauguración de Librería Malpaso no cabía ni un alfiler. La gente se concentraba en la esquina de Diputació con Girona, mientras en la puerta invitaban a pasar y a leer. Era misión imposible. Parecía un concierto sorpresa de Bob Dylan antes de recoger el Nobel. Nada que ver con la última vez, en la presentación de la colección “lo real” que dirige Jorge Carrión. Aquel día el espacio aún olía a pintura y no había libros.
Se amplía la oferta de librerías en Barcelona con este espacio de Malpaso: libros ordenados por editoriales, sin que las novedades ocupen demasiado y con mesas ordenadas por temáticas para investigar a toda letra. Se entiende que el trato será personal, porque la prescripción que dirige Bernat Colomer será como en las antiguas boticas. Es evidente por el nombre de la librería que ésta nace vinculada al sello editorial que dirige Malcolm Otero Barral; pero eso no significa que en su verticalidad -miedo me da el encargado de sacar el polvo de los estantes superiores- domine el lomo de Malpaso.
En el artículo, Manuel Rivas defiende que frente al estupor de esa mujer que había entrado por accidente en la librería de su amiga, y frente a todos los que no leen porque no les interesan los libros, hace falta una heroicidad que nos salve del “apocalipsis cultural” que sufrimos: “Compartir un sótano sórdido donde nacen canciones que cambian el paisaje. Abrir una librería. Al fin y al cabo, algunos entramos, la primera vez, por equivocación.”
Pues los de Malpaso han abierto una librería, y para que nadie entre en ella por accidente, como en la anécdota de Manuel Rivas, se han preocupado en colocar un escaparate XXL en una esquina de Diputació, 331, en la Dreta de l’Eixample. Además, en la puerta hay un rótulo: Pasen y lean. Así que el que entre será con total premeditación y alevosía.
Hoy era imposible por la cantidad de gente que ha asistido. Igual entré, pasé, y me tomé una cerveza. Me dio tiempo de saludar a Adrià de Sons of Gutemberg, otro valiente.