No, no es la última entrega de J. K. Rowling pero algo de magia hay en el nuevo libro de Gabi Martínez. Ayer asistí a su presentación en la librería Altaïr -la casa, un poco, de todos, como dice siempre Pere Ortín-. Era la primera, con el libro recién salido del horno.
Animales invisibles es el resultado de dieciséis años de viajes buscando animales por todo el mundo. Podía haber sido muchas cosas, pero acabó siendo este libro que editan bellísimante los hermanos Moreno (Ed. Nórdica y ed. Capitán Swing en coalición). Todo comenzó buscando el yeti en la región fronteriza entre Afganistán y Pakistán, donde se levanta la cordillera del Hindu Kush. En todo este tiempo, desde Sólo para gigantes, Gabi Martínez no ha parado de buscar siempre otras formas de explicar el viaje.
La magia está en hacer visible algo que no se puede ver: animales desaparecidos, en vías de extinción o imaginarios. ¿Dónde está el truco? Como apuntó Pere Ortín, el libro va mucho más allá de lo que es un tratado naturalista clásico, porque los animales siempre están rodeados de personas. Explicó Gabi Martínez que los humanos son esenciales en este libro. Son las que nos explican el territorio -Uganda, Australia, Pakistán, Nueva Zelanda, Corea, Venezuela-, como si las personas fueran el molde negativo de aquellos animales que ya no están.
¿Por qué hacer visible lo que es invisible?
Hay un activismo claro en todo lo que hace últimamente Gabi Martínez: dar visibilidad a aquello que está en el margen, eso que no se explica porque lo que se explica coloniza de forma interesada todo el espacio que hay. “Ver es la nueva frontera entre lo que existe y lo que no”, escribe Gabi Martínez, en una reflexión inicial del libro. Al fin, él vio a esos animales y ahora existen y con ellos, todas las historias que si no nos habrían quedado ocultas. Cada uno de los animales invisibles nos revela una pequeña porción de mundo.