O por qué seguir leyendo
Hay algo que siempre echo de menos en las listas de los libros del año: felicidad. Hay que reivindicar la sencilla felicidad: sentarse (o tumbarse, qué sé yo…) y abrir un libro y pasar las páginas y quedarse un rato en ese mundo mientras el de afuera se tambalea. Aunque sea solo un rato. Hay que ser agradecidos con quien te permite eso. Yo voy a intentarlo.
MANIAC (Ed. Anagrama)
Gracias, Labatut.
El año pasado por estas mismas fechas (¿a dónde fue que se metió todo ese tiempo?) estaba en Madrid con el querido Víctor Colden porque estuvimos hablando de su libro (Mañana me voy, Abada Editores) y de mi libro, en Librería La hora azul. Antes fui a ver la expo #CaixaForumHorizonteylimite, y allí vi Cloud IV, el impactante óleo sobre lienzo de Anne Imhof, y pensé directamente en Benjamín Labatut, de quien estaba leyendo Maniac (Anagrama) en ese mismo momento. La nube ondulante en tecnicolor de Anne Imhof proyectaba una sombra tan amenazante como los abismos de John von Neumann. Y entonces pensé que lo fascinante de Benjamín Labatut es que leyéndolo te sientes siempre cerca de la revelación de una verdad fundamental. Cerca, a tocar de la mano: y que esa sensación es totalmente adictiva.
Fermat’s night (Ed. del Genal)
Gracias, David Delfín.
La escritura de David Delfín gravita sobre la revelación, nos lleva a tocar otros signos, a instantes de exactitud y belleza: “siempre hay una verdad
donde se manifiesta lo extraño”, leemos en un nuevo libro que terminó de escribir coincidiendo con el 30º aniversario de la demostración fallida del último teorema de Fermat por Andres J. Wiles. Fue el propio Pierre de Fermat quien formuló el teorema hacia 1637 en el margen de una copia de Arithmetica. En el margen: eso es de una importancia absoluta. El margen es el espacio en el que se desarrolla el cosmos de David Delfín. El suyo ―lo dijo precisamente Agustín Fernández Mallo en el epílogo de su anterior poemario, Equívocos Árboles Caligrafías Personas― es un mundo construido sobre la metáfora. Y no sé. A mí, leer algo así como “el afán de ensueño nos alecciona para convivir junto a la nada y sus inagotables”, pues, me hace muy feliz, la verdad.
Madre de corazón atómico (Ed. Seix Barral)
Gracias, Agustín Fernández Mallo.
Yo a Agustín Fernández Mallo le comencé a leer cuando aún estudiaba filología en Barcelona y los profesores recomendaban libros en el aula. Eso de ser físico y escritor me intrigaba. Finalmente, pude conocerle en el Sant Jordi de hace dos años y le estaré eternamente agradecido por haberle hecho un hueco a Una vida posible. Pero el caso es que la mañana del 18 de mayo de este año llovió y la calle estaba en silencio. Gala y Lea dormían. La noche había sido de desvelos y había dejado en mi cuerpo esa sensación de jetlag perpetuo que deja siempre la paternidad reciente. Y entonces esta página me atravesó con una intensidad que hacía tiempo que no sentía leyendo.

El principito ha vuelto (Itineraria Editorial)
Gracias, María Jesús Alvarado (y Teresa Correa)
También entre esos libros que justo llegan a final de año para comenzar el inicio del siguiente. Yo los llamo: libros ubicuos. Además vino de la mano de una de esas editoriales pequeñitas y queridas. Cada vez estoy más convencido de que los encuentros que valen la pena suceden en la intersección de lo real y la ficción y este spin-off maravilloso del Principito es un ejemplo. Esta es la literatura de viajes que me gusta, la que acepta el desafío de mirar singularmente los lugares. Me hizo muy feliz transitar sus páginas y sus paisajes.
Hay un monstruo en el lago (Debate)
Gracias, Laura Fernández.
Fue el verano del año pasado cuando estuvimos por Escocia y fuimos con Lea al Loch Ness Centre. Aún no estaba Gala en nuestras vidas (¿cómo puede ser eso?). Fuimos porque a finales de los 80 en mi casa pusieron el programa de Jiménez del Oso en la TV y fue la primera vez que escuché hablar del lago Ness y de Nessie. Y eso se me quedó en algún rincón de la mente. Y luego fue pasando la vida, con sus mitos y sus decepciones. Un año después del viaje a Escocia llegó este libro que es, sí, crónica de (VIAJE) y, también, ensayo acerca de lo (FANTÁSTICO) y reseña histórica de lo (FAKE): un libro (MONSTRUO) maravilloso, que, además, me dedicó Lea con un dibujo de NESSIE porque era mi cumpleaños.
El año pasado en Marienbad (Providence Ediciones)
Gracias, compañero de trincheras.
No fingiré ser un gran cinéfilo (ni siquiera un gran lector), pero el nuevo libro de Hilario J. Rodríguez me atrapó en su red de túneles, pasadizos, travelings, memorias y vértigos. Lo suyo es otra forma de escribir que trasciende la erudición y la documentación para llevarnos de la mano hasta el mismo abismo de los recuerdos del futuro. Hace unos días, me entrevistó Lázaro para Diagnóstico Cultura y ahí dije que Hilario es la encarnación de un personaje de Sebald, que admiro su forma de viajar, de conectar las cosas y de cómo lo explica y que por eso leerle inspira y es un motor de escritura. Recordatorio: ver más cine, leer más a Sebald, hablar más con Hilario..
De cantos y animales (Ed. Menguantes)
Gracias, Carolina Arabia.
Hacía mucho que no iba a la presentación de un libro. Es lo que tiene la reciente paternidad de una segunda hija, que el tiempo disponible se estrecha todavía más y se convierte en una rendijita. Por eso me gustó pasar por la Finestres. Por eso y porque el libro lo editan mis queridos Menguantes y habían venido a Barcelona y eso es siempre motivo de fiesta. El libro me impresionó porque es de una belleza absoluta: desde el cuidado en la edición, con su acertadísima gama cromática y texturas y espacios por los que respira el texto, hasta la última coma que ha puesto Carolina, quien tiene un dominio del lenguaje poético emocionante. Leyéndola uno tiene la sensación de estar contemplando el deshielo del último iceberg del planeta: la pérdida del vínculo de los humanos con la naturaleza. Creo que en tiempo de avalanchas sonoras, los cantos íntimos de este libro son más necesarios.
ABEL (Ed. Anagrama)
Gracias, Alessandro Baricco.
Abel llega tras un largo paréntesis en el que Baricco sacó punta a su vena ensayística y se enfrentó a su leucemia. En el prólogo, Baricco escribe que el Oeste, y el mundo, es un lugar en gran parte imaginario, y también que “la libertad más absoluta es el privilegio, la condición y el destino de toda escritura literaria”. Y su libertad absoluta me hizo muy feliz. Las frases, esas frases perfectas, atravesadas de musicalidad y verdad, llenan su nueva novela: son frases en las que quedarse un rato, recorriéndolas de arriba a abajo, una y otra vez, sílaba a sílaba.
Las huellas (Galaxia Gutenberg)
Gracias, Jorge Carrión.
Leí, creo, Los muertos, durante un largo viaje por Latinoamérica. Lo hice en un viejo eReader que luego perdí al volver. Y ya no quedó más rastro de aquella lectura, salvo la memoria, que borra y reescribe a capricho. Por eso, que ahora salga en una edición definitiva bajo el nombre de Las huellas, la tetralogía formada además por Los huérfanos, Los turistas y Los difuntos, me pareció un feliz encuentro, además de un justo ejercicio editorial. Estamos, tal vez, frente a la clave de bóveda de la obra de Carrión. Un nuevo tour de force del autor que viene a demostrar que la novela es el artefacto mejor dotado para explicar nuestra época y sus múltiples y cambiantes realidades.
Ilustración de Grant Snider para El Arte de vivir (Garbuix Books)