Caminado con Víctor Colden por Soria bajo el signo de Saturno

Imagino a Winfried Georg Maximilian Sebald momentos antes de emprender su viaje a pie a través del condado de Suffolk en agosto de 1992, con la esperanza, dice, “de poder huir del vacío que se estaba propagando en mí después de haber concluido un trabajo importante”. Veo el caminar de W. G. Sebald como si fuera un sueño a través de una pantalla acuosa, tal vez sugestionado por la foto de una costa devastada por el tiempo y las olas de Peter Marlow que aparece en la cubierta de Los anillos de Saturno de Ed. Anagrama.

*

Se sujetaba la cabeza con la mano en forma de puño, la mirada vuelta a una lejanía vacía: Melancolía I de Durero.

La pantalla acuosa: la ventana salpicada por la lluvia, con sus gotas resbalando hacia abajo, formando pequeños prismas que rompen el paisaje soriano.

*

“También caían las gotas a mi alrededor, sobre las agujas de los pinos, sobre la hierba y los charcos, los palos, los trozos de corteza ya mojada” (Víctor Colden)

Para W.G. Sebald caminar es interpretar el mundo, es leerlo, captar aquello que es y ha sido y, tal vez, será, perforando los densos estratos del tiempo, buscando las historias y los personajes, los fantasmas y los sueños, confiriendo singularidad al territorio, convirtiendo el caminar en una experiencia extraordinaria. También Víctor Colden convierte su caminar en soledad durante cinco días por Soria en una experiencia extraordinaria: Mañana me voy (Abada Editores).

seg_soft

¿Por qué caminamos?

¿De dónde nace la necesidad de decir “mañana me voy” e irse? Se lo pregunta muchas veces Víctor Colden en su libro. Veamos, pues.

  1. “Puede ser que sea para dar un argumento a nuestras vidas”, para que no todo se diluya en el avance del tiempo, que algo quede aunque sea en los fragmentos.

“Bajando el barranco de Sancabrás, me he sentado en una roca. Miro el cielo, las nubes grandes como henchidos galeones sin prisa. En este silencio, en esta placidez, nada es imposible. Tal vez si me quedara quieto un rato, la tarde no terminaría de pasar: permanecería suspendida en el aire que tiembla”.

  1. Caminar es también un caminar terapéutico. Salir al camino a lo Herzog: “¿Para sentirme, por fin, en paz?”.
  2. No seamos tan ambiciosos. Caminar también (¿simplemente?) por ser felices: por “oír apenas el sonido de mis pasos y la promesa del agua que corre”.
  3. Para despertar los sentidos, abotargados en el día a día, en el ruido constante, esa especie de horror vacui sonoro que son las ciudades, y sentir los olores y la humedad: “el silencio, la elegancia de los pinos, la tierra mullida y su perfume”.

Pero, sobre todo, porque caminar, como escribir -en Víctor Colden tanto da- son territorios de libertad. Quizás, de los pocos que nos quedan. Hay una inercia feliz en el caminar que se asimila al escribir. En Mañana me voy, somos testigos de un caminar y de un ensayar una una poética propia: “Soy un escritor que camina”, dice Víctor Colden. 

Yo digo que Víctor Colden es un escritor que camina y que acompaña.

Silva Víctor Colden Undertow

La voz cavernosa, de resaca, de Leonard Cohen contrasta con la de Anjani Thomas en este poema sonoro.

Dijo el crítico Thom Jurek que este disco era el más optimista de Cohen

“There were signs in the sky

But I did not know”

Tras finalizar su caminar por Soria, Víctor Colden dejó su talismán -unos dados que una vez lanzó y dieron cinco ases a la vez- en un banco de El Vallejo, “para quien pase por ahí y quiera cogerlos”. Pero, ¿quién necesita señales en el cielo, ni cinco ases en el bolsillo, cuando caminar y escribir son un acto de fe?

Gracias, Víctor.

Un comentario en “Caminado con Víctor Colden por Soria bajo el signo de Saturno

Deja un comentario