Contestadores

Hace años teníamos contestadores. Aún se ven en algunas películas que como a nosotros el tiempo ha dejado en evidencia. Por entonces, podías encontrar, o no, una luz parpadeando, o no, en el contestador. Era algo físico. No como el buzón de voz de los móviles (a ellos el paso del tiempo también les dejará en evidencia). En aquellos años, las llamadas perdidas naufragaban en la cinta de tu contestador ¿Hoy, a dónde van las llamadas perdidas? ¿Habrá alguien (algo) que las escuche, descubriendo todos nuestro secretos?

Una Llamada perdida de Gabriela Wiener

Este libro, que publica Malpaso en la colección «Lo real», dirigida por Jorge Carrión, es como llegar a casa cansado tras una larga noche y encontrar la luz de aquel contestador parpadeando. Sabes que si empiezas a escuchar el mensaje grabado acabarás por ver amanecer, pero no puedes dejar de ponerte una copa –la última– y sentarte en el sofá a escuchar. Ya dormiremos en otro momento que no tengamos nada mejor que hacer. Toca vivir a toda letra.

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Cuenta Gabriela Wiener que si no hiciera las cosas como las hace se estaría engañando y engañándonos. Advierte que ella nunca ha podido narrar desde un lugar discreto. Es una indiscreta, y la indiscreción es fundamental en toda buena crónica (Martín Caparrós: es el periodismo que sí dice yo. Que dice yo existo, yo estoy, yo no te engaño). Una crónica tiene tanto de relato, ensayo, esbozo, poema o exhibición como necesita el narrador para contar exactamente lo que quiere contar. De todo esto hay en este libro, en el que, si eres de subrayar, te vas a hinchar con frases de esas que luego compartes y se llevan un montón de likes en las redes sociales. En serio, tras las diferentes lecturas, mi libro quedó con más rayas que un código de barras.

“Nadie podrá despreciarme mejor que yo. Ésa es mi conquista.”

“Lloro en estéreo”

“Hace algún tiempo dejó de preocuparme mi perfil en los escaparate.”

“Más que el instante mismo de la muerte, que ya da bastante miedo, los seres humanos tememos la incógnita de la desaparición.”

“Cada vez que pongo mi celular sobre la mesa del almuerzo, me siento como una mafiosa que pone su pistola al lado del plato.”

(Podría seguir, pero me las quedo para mí)

Con esta Llamada perdida de Gabriela Wiener pasas por tantos estados de ánimo que pareces que andas montado en una jodida montaña rusa. Tiene de todo. Por eso, este libro, como dice Alejandro Zambra, es “siempre inolvidable”. Te partes imaginándola de mamá-ama-de-casa; te entristeces hasta la médula al acabar de leer Tres, la crónica de un trío con su marido Jaime y una amiga de ambos; te sientes menos inútil, a nivel doméstico, se entiende, al compararte con ella en Two and a half men; lloras al sentir su muerte en un taller de crecimiento personal como la tuya futura; incluso te acabas cansando un poco de tantas llamadas perdidas, pero las llamadas a cobro revertido, al final, llegan a tiempo, y, entonces, descubres que Corín Tellado existe, y que, tal vez, Isabel Allende, no sea tan impostora, o no más que otros escritores “serios”.

Y pasas por todos estos estados de ánimo porque lo haces, página a página, junto a Gabriela Wiener, pero y ¿Quién es Gabriela Wiener?

Gabriela Wiener es a ratos. A ratos, detective salvaje, a ratos una emigrante que odia y ama por igual Lima, a ratos sufre trastorno dismórfico corporal, a ratos es una ama de casa terrible o se plantea un trío como una prioridad familiar. En ocasiones escribe, se droga, le sube el colesterol, tiene miedo de la muerte, o convierte en poesía lo cotidiano. Hay momentos en que da la impresión de que vive en el caos y le gusta que sea así. La matarías o la abrazarías o dejarías de hablarle ¡Qué más da! A veces hay personas que a pesar de desnudarse por completo siguen escondiendo un misterio. Gabriela Wiener es de esas personas. Hace periodismo gonzo, no pornografía.

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4 comentarios en “Contestadores

  1. Entró ella en el periodismo a lo Gonzo y entre yo con ella. Nunca una escritora me había hecho sentir tan incómoda y nunca esa incomodidad me había llevado tan lejos.
    Me encanta este nuevo espacio blanco y lleno de libros!

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